Chapito revienta la coartada de la 4T: “Yo secuestré al Mayo”

Chapito secuestró al Mayo Zambada

Desde Chicago, la confesión del Chapito sobre el secuestro del Mayo Zambada dejó sin coartada a la 4T y reabrió preguntas incómodas sobre Sinaloa.

Chapito secuestró al Mayo Zambada

Claro y Conciso | Alberto Castelazo Alcalá

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Desde Chicago, el Chapito soltó la bomba que ni en Palacio pudieron ignorar, aunque hoy finjan demencia selectiva.

El hijo del Chapo Guzmán confesó que secuestró al Mayo Zambada y lo subió a un avión hacia Estados Unidos.

Durante un año, la 4T repitió que Washington había montado una operación oscura, casi de película, a espaldas del gobierno mexicano.

Sin embargo, ahora sabemos que el secuestro salió desde el corazón del Cártel de Sinaloa, no desde la Casa Blanca.

Además, la confesión exhibe algo más incómodo: en Culiacán se puede levantar al capo más buscado sin que el Estado se entere.

Si a un personaje como Mayo Zambada lo sacan en Beechcraft, sin radar ni aduana, imagínese al ciudadano común.

Por eso, el discurso de la presidenta Claudia Sheinbaum y del expresidente AMLO se derrumba frente a la realidad procesal.

Ellos juraban que desconocían cómo se habían llevado al capo y culpaban a Estados Unidos de la guerra que desangra Sinaloa.

Ahora bien, el propio Chapito describe cómo engañó al Mayo, lo esposó, lo encapuchó y lo subió, con tranquilidad, a una camioneta.

Después lo trasladó a una pista, lo metió al avión y hasta le preparó una bebida con sedantes para entregarlo dormido.

Todo eso ocurrió en territorio mexicano, mientras el gobierno se declaraba sorprendido y ofendido por una supuesta operación extranjera.

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En cambio, el relato de Guzmán López deja claro que el plan nació en la cocina criminal de Los Chapitos.

Además, lo hizo buscando mejores condiciones para él y para Ovidio Guzmán, como moneda de cambio con la justicia estadounidense.

Así, la narrativa oficial de la intervención ilegal de Washington se reduce a lo de siempre: una coartada política conveniente.

Porque mientras señalaban al vecino, nadie explicaba por qué Sinaloa terminó campo de batalla entre Los Chapitos y La Mayiza.

Durante meses, el gobierno federal y el estatal insistieron en que todo era culpa de un secuestro planeado en oficinas gringas.

Sin embargo, la propia carta del Mayo ya apuntaba hacia una traición organizada desde dentro del Cártel de Sinaloa.

Entonces, ¿por qué AMLO y Sheinbaum prefirieron descalificar esa versión y abrazar la del gobernador Rubén Rocha Moya?

Además, en la historia aparece el nombre de Héctor Melesio Cuén, asesinado ese mismo día, como invitado a aquella reunión.

El gobierno se puso del lado de Rocha, negó cualquier emboscada y dejó al Mayo como mentiroso, aun desde su celda estadounidense.

Hoy la declaración del Chapito respalda la versión del capo y desmonta el cómodo relato de la inocencia gubernamental.

Por eso la pregunta es inevitable: ¿no sabían nada o sabían demasiado y decidieron callar para no incomodar a nadie en Sinaloa?

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Si no sabían, la incompetencia es brutal; si sabían, el encubrimiento resulta igual de escandaloso que la guerra entre facciones.

Además, aceptar la verdad implica reconocer que la violencia en Culiacán no cayó del cielo, sino de acuerdos rotos dentro del narco.

Y también obliga a revisar qué relación construyó la 4T con los grupos criminales mientras hablaba de abrazos y no balazos.

Además, la presidenta sigue repitiendo que todo se originó en una operación extranjera, aunque el expediente ya cuente otra historia.

Ahora ya no basta con culpar a Washington ni con mandar cartitas diplomáticas pensadas sólo para la foto mañanera.

En otras palabras, la versión oficial se hizo pedazos por completo.

Porque cuando un capo confiesa que él mismo planeó, ejecutó y negoció un secuestro internacional, la excusa del complot imperial se desmorona.

Al final, queda la imagen de un Estado que llega tarde, mira a otro lado y se cree sus fantasías.

Y detrás, miles de sinaloenses que viven entre balaceras, bloqueos y toques de queda, mientras en Palacio discuten el guion.

Hoy, el Chapito le respondió a Sheinbaum y a López Obrador con pelos, señales y hasta bitácora de vuelo.

Por eso, la simulación no alcanza: alguien en el gobierno tendrá que explicar cómo se les fue el Mayo.

Si no lo hacen, confirmarán lo que sospechan: que la guerra entre Los Chapitos y Los Mayitos se toleró mientras fue útil.

Y que, otra vez, la verdad incómoda viajó más rápido que cualquier discurso oficial, desde Chicago hasta el centro del país.

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