En una reunión tensa en Palacio Nacional, Claudia Sheinbaum reclamó a gobernadores oficialistas por seguridad, finanzas y su tibia defensa de la 4T frente a las marchas de la.
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El ambiente en Palacio Nacional estuvo lejos de ser cordial. La reunión entre Claudia Sheinbaum y los gobernadores de Morena arrancó con caras largas.
Oficialmente se habló de salud, IMSS-Bienestar y abasto de medicinas. Sin embargo, pronto quedó claro que la cita era, sobre todo, un regaño.
La Presidenta recordó que muchos mandatarios ganaron gracias al arrastre de votos de 2024. El mensaje fue directo, sin rodeos ni cortesías.
Luego vinieron los reclamos por seguridad. Sheinbaum señaló a gobernadores que casi nunca acuden a las mesas con mandos federales y militares.
Además, se revisaron números de finanzas estatales y gasto en salud. Algunos presupuestos fueron exhibidos como focos rojos por desorden y pocos resultados.
Pero el punto delicado fue la defensa pública de la 4T. En Palacio sienten que la narrativa opositora avanza sin respuesta firme de los estados.
Las recientes marchas de la Generación Z fueron el ejemplo perfecto. Mientras la oposición capitaliza el enojo juvenil, varios gobernadores apenas reaccionan públicamente.
Según encuestas mostradas en la sala, la marca Morena empieza a desgastarse en varios estados. Ese retroceso, aunque leve, ya encendió focos amarillos.
A la vez, se subrayó que el problema grave está en los municipios. Ahí la marca oficialista es castigada por malos gobiernos y escándalos locales.
Por eso se insistió en que los mandatarios controlen mejor a sus alcaldes. También deben involucrarse en la operación territorial y responder rápido a crisis.
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En privado, el mensaje fue claro: Sheinbaum siente que recibe golpes mediáticos mientras muchos gobernadores se quedan callados o hasta coquetean con la oposición.
Al salir, solo Julio Menchaca dio declaraciones y pintó una reunión administrativa. El resto evitó a la prensa y se perdió rápido en el Zócalo.
Esa diferencia entre la versión oficial y lo ocurrido puertas adentro refleja el nerviosismo del cuarto de guerra presidencial tras las protestas juveniles.
Al final, la cita dejó una advertencia implícita: quien no defienda al proyecto en tiempos difíciles podría quedarse sin respaldo cuando lleguen las próximas elecciones.
En resumen, fue una llamada de atención temprana para una 4T que ya siente desgaste acelerado.
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