Sheinbaum afinó la cifra del litigio con Salinas Pliego a 48,382 millones, negó “negociar”, pero admitió descuentos legales al pagar. El tablero político y fiscal se reacomoda.
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En Palacio Nacional, algo cambió. Claudia Sheinbaum bajó el volumen al pleito con Ricardo Salinas Pliego y habló de pagar, no politizar.
Además, fijó cifras: los asuntos en la Suprema Corte suman 48 mil 382 millones de pesos, no los 74 mil millones repetidos en tribuna.
Así, envió un mensaje doble: sí hay litigios, pero también rutas legales para cerrar el capítulo con Grupo Salinas.
Sin embargo, el contexto importa. La Procuraduría Fiscal atribuye el adeudo a abusos de consolidación fiscal y litiga nueve créditos desde ejercicios antiguos.
Por otra parte, Sheinbaum recordó que, si paga ahora, podrían aplicarse descuentos legales en multas y recargos, como con cualquier deudor.

Mientras tanto, el conflicto escaló por su entrevista en Fox News con María Bartiromo, donde el empresario ligó inseguridad y clima de inversión.
Ese escaparate internacional incomodó al gobierno y aceleró definiciones públicas. Pero también obligó a precisar montos y tiempos.
En paralelo, el número mayor, los famosos 74 mil millones, refleja otros frentes y acumulados históricos más allá de los nueve casos en Corte.
Por ello, el cambio de señal parece táctico. Menos discurso y más procedimiento. Menos grilla, más Código Fiscal.
No obstante, el costo político existe. Explicar a la militancia un cierre debajo del estribillo oficial no será sencillo.
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Aun así, un acuerdo ordenado enviaría certidumbre a mercados y contribuyentes. Además, permitiría concentrarse en otros frentes urgentes.
El caso fue convertido, durante meses, en emblema de autoridad fiscal y pulso político.
Ahora, el gobierno busca equilibrio: recaudar sin victimarios ni mártires, y el empresario, pagar lo justo sin conceder derrota pública.
En consecuencia, el desenlace dependerá de peritajes, actualizaciones y tiempos de SCJN. Y, claro, de la voluntad real de pagar.
Porque, más allá del ruido, la regla es simple: las deudas se pagan. Y se pagan con ley, no con likes.
Así las cosas, el pleito podría enfriarse. O reventar. Hoy, la pelota está en la cancha de la legalidad.
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