Al margen de la Conferencia del Pueblo, Ricardo Monreal acelera un plan de retiro político con relevo generacional. Busca paz en lo personal y espacios para su equipo en Zacatecas y CDMX, mientras 2027 redefine el tablero de la 4T.
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Entre la Conferencia del Pueblo y los pasillos de Palacio Nacional, el rumor fue otro: Ricardo Monreal ya diseña su retiro político con relevo controlado.
Así, el coordinador de Morena en San Lázaro empezó a mover fichas. Además, propone relevo generacional que proteja su equipo joven y preserve la interlocución política.
Porque el clima no ayuda. Adán Augusto navega denuncias y desgaste, y Monreal no quiere ese tour del terror; prefiere bajarse ya, justo a tiempo.
Asimismo, 2027 no ofrece alfombra roja. O reelección en Diputados, si 4T la permite, o gabinete federal. Sin embargo, con Claudia Sheinbaum la distancia persiste.
En consecuencia, el zacatecano evalúa otra salida: retirarse con paz y conservar influencia. Además, lo haría con acuerdos claros que garanticen continuidad para su estructura.
Pero nada sería gratis. Por eso, el trato incluiría cuotas de poder para su círculo inmediato. Mientras tanto, maquinaria territorial seguiría aceitada en varios frentes.
Primero, Zacatecas. Allí, el grupo requiere oxígeno y anclajes duraderos. Asimismo, el tablero federal demanda posiciones clave para no perder peso en negociaciones nacionales complejas.
En ese libreto aparece Catalina Monreal. Además, su nombre suena de nuevo para Cuauhtémoc en CDMX. Por lo tanto, encabezaría la avanzada del monrealismo capitalino.
Sin embargo, nada está cerrado. Aun así, Catalina funcionaría como señal de continuidad, puenteando campañas y acuerdos hacia 2027, con márgenes presupuestales y de presencia.
También figura Rodrigo Reyes, secretario de Gobierno en Zacatecas. Aunque trabaja con David Monreal, liga cercana a Ricardo. Podría brincar muy pronto al escenario federal.
De hecho, 2027 y 2030 son ventanas razonables. Además, fortalecer su figura estatal serviría de póliza. Por lo tanto, el grupo conservaría voz en definiciones estratégicas.
Asimismo, Santos González se volvió inamovible en el círculo chico. Por eso, su nombre entra al paquete para posiciones operativas con presupuesto y reflectores discretos.
Otro es Antonio Luna, hijo de Rafael Luna, operador en Álvaro Obregón. Además, su trabajo de campo suma votos, datos y llaves en territorios complicados.
Y aparece Emiliano Gutiérrez, engrane silencioso, pero eficiente. Asimismo, su trabajo con el exgobernador se traduciría en continuidad táctica, expedientes ordenados y velocidad de ejecución.
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Con todo, la jugada central es simple: Monreal ofrece tranquilidad a cambio de espacios negociados. En resumen, gana retiro digno y su equipo, supervivencia programada.
Ahora bien, esto impacta en San Lázaro. Además, la bancada oficialista reajustaría mandos. Por lo tanto, la 4T ordenaría su tablero para evitar fricciones innecesarias.
Si Sheinbaum habilita el acuerdo, conservan gobernabilidad. En caso contrario, habrá plan B territorial. Aun así, el grupo mantendría presencia mediante alianzas y operadores confiables.
Importa aclararlo: retiro no significa desaparición. Más bien, menos reflectores y más teléfono.
Asimismo, decisiones puntuales, itinerario y blindaje jurídico para cerrar una carrera extensa.
Para el lector, ¿por qué importa? Porque CDMX y Zacatecas redistribuirían poder. Contratos, presupuestos y candidaturas se definen ahí. En consecuencia, tu colonia se mueve.
Al final, el mensaje es claro: con o sin atril, Monreal negocia su salida. Mientras tanto, su relevo generacional afila lápices, sellos y acuerdos futuros.
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