El choque en San Lázaro por la Ley de Ingresos dejó algo más que gritos: Pedro Haces quedó bajo la lupa por supuestos pactos con la oposición, mientras Selene Ávila denunció violencia de género y exclusión en la UIP.
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En San Lázaro, el nombre de Pedro Haces volvió a incendiar a Morena. Y, además, abrió la conversación sobre supuestos pactos con la oposición hoy.
El episodio arrancó cuando Alfonso Ramírez Cuéllar defendió la Ley de Ingresos impulsada por Claudia Sheinbaum. Entonces, la tensión se disparó en el Pleno. Ahí.
Acto seguido, Elías Lixa lanzó insultos. Y, después, Rubén Moreira subió a tribuna, mientras Gibrán Ramírez terciaba desde su curul. El ambiente se volvió irrespirable.
Entre gritos y reclamos, la Ley de Ingresos fue aprobada. Sin embargo, la discusión dejó heridas internas y un foco rojo en la bancada oficialista.
Aquí entra Haces. Porque, desde su cargo de coordinador de Operación Política, es quien teje acuerdos y administra tensiones. Por ello, su figura genera resistencias.
De hecho, en pasillos se habla de una “coreografía” calculada. Y, según versiones legislativas, habría un entendimiento silencioso entre PAN, PRI y MC con Haces.
Mientras tanto, la defensa pública del coordinador Ricardo Monreal lució tenue. Así, crecieron las lecturas sobre equilibrios finos y juegos de poder dentro de Morena.
Para colmo, la diputada Selene Ávila acusó violencia de género de Monreal y Haces. Además, denunció exclusión de la delegación a la UIP en Ginebra.
Además, pesaron antecedentes. A Monreal se le cuestionó por un helicóptero, y Haces arrastra polémicas sindicales que irritan a bases morenistas. Aquello encendió viejas suspicacias.
Luego, Ávila dijo que buscará consejo de Marcelo Ebrard. Asimismo, confió en la intervención de Sheinbaum para frenar prácticas de vieja escuela en San Lázaro.
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Con todo, el trasfondo es más amplio. Porque Haces lidera CATEM, y su influencia pesa en la aritmética de los votos y en la narrativa.
Entonces, el dilema para Morena es claro. O se impone una línea de conducción, o la oposición lo cobrará en cada sesión. Tajante. Sin contemplaciones.
Por ahora, el tablero queda abierto. Pero, si la operación no se alinea, la bancada jugará a la defensiva, pese a su mayoría. Otra vez.
En suma, Haces se volvió bisagra. Y, aunque se niegue, su margen de maniobra será medido en la próxima votación candente en San Lázaro. Mañana.
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