El regreso discreto de Enrique Peña Nieto a México chocó con la narrativa oficial de cambio. Mientras la Conferencia del Pueblo presume logros, el gobierno evita hablar del expresidente investigado.
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El posible regreso de Enrique Peña Nieto se coló en la agenda política, aunque en la Conferencia del Pueblo nadie quiso siquiera decir su nombre.
Según reveló Mario Maldonado, el expresidente habría vuelto discretamente a Ixtapan de la Sal para visitar a su madre, después de siete años de autoexilio.
A vista, parece una visita familiar. Sin embargo, hablamos de un exmandatario bajo la lupa de la FGR por el caso Pegasus y presuntos sobornos.
Aquí aparece el primer contraste incómodo. Mientras en la mañanera se presume transformación, uno de los símbolos del viejo PRI camina tranquilo por territorio mexicano.
En la conferencia de hoy se habló de programas sociales y grandes obras. Pero nadie preguntó qué hará el gobierno si Peña Nieto ya regresó.
Además, el gobierno repite que ya no hay pactos de impunidad. Pero nadie en Palacio explicó si la Fiscalía sigue moviendo el expediente Peña Nieto.
En julio, la Fiscalía anunció una investigación por presuntos pagos ligados al malware Pegasus, usado para espiar a periodistas, activistas y opositores durante su sexenio.
Hoy, con el exmandatario de regreso, la 4T tiene dos opciones. O demuestra que la justicia va en serio, o confirma que intocables siguen siéndolo.
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Porque, más allá del chisme político, el mensaje importa. Si Peña entra y sale sin consecuencias, ¿qué se le dice a las víctimas de espionaje ilegal?
Además, el silencio de Claudia Sheinbaum pesa. En la Conferencia del Pueblo se habla de austeridad y honestidad, pero se evita el elefante en la sala.
Por eso el regreso de Peña Nieto se vuelve la nota del día. No por nostalgia, sino porque exhibe límites del proyecto de supuesto cambio.
Al final, el expresidente parece sentirse suficientemente seguro para volver. El problema es que la ciudadanía espera algo elemental: verdad, justicia, memoria y cero impunidad.
Y mientras en Palacio se aplauden logros y se reparten culpas al pasado, el regreso del priista recuerda que sistema nunca se fue del todo.
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