Mientras Claudia Sheinbaum celebra en el Zócalo los 7 años de la 4T, el gobierno presume logros y leyes “históricas”, pero enfrenta protestas juveniles, polémicas por la Ley de Aguas y dudas crecientes sobre la seguridad y la economía.
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Mientras Claudia Sheinbaum festeja 7 años de la 4T en el Zócalo, el país sigue dividido y cansado del triunfalismo oficial.
Según la presidenta, todo marcha bien: salario mínimo, programas sociales, obras emblemáticas y ahora una nueva Ley de Aguas “contra el acaparamiento”.
Sin embargo, fuera del templete, campesinos, ejidatarios y expertos señalan improvisación, falta de consulta real y riesgos para comunidades ya golpeadas por la escasez.
Además, mientras presume “piso parejo”, la mandataria tuvo que recordar a los suyos que la austeridad republicana no combina con relojes ni camionetas de lujo.
También el mensaje contra las “campañas sucias”, los bots y las “mentiras” busca minimizar un dato incómodo: la molestia creciente en las calles.

Porque, aunque Sheinbaum insiste en que los jóvenes están con la transformación, la protesta de la Generación Z contó otra versión.
En esa marcha, miles denunciaron inseguridad, impunidad y abuso policial; sin embargo, el gobierno prefirió hablar de complots digitales y manipulación de influencers.
Por otro lado, el aplauso automático a la reforma de la Ley de Aguas ignora protestas nacionales y advertencias de productores pequeños y medianos.
Al mismo tiempo, la presidenta intenta mandar calma sobre la relación económica con Estados Unidos, cuando crecen dudas por aranceles, inversión y reglas del T-MEC.
Así, entre piñatas, banderas guindas y selfies, la narrativa oficial insiste en que todo es estabilidad, apoyo masivo y rumbo histórico asegurado.
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Pero, detrás de los números alegres, persisten la violencia, la precariedad laboral, la saturación de servicios públicos y una justicia que cambia nombres, no resultados.
Además, siete años después del arranque de la 4T, no hay estrategia clara para recuperar territorios dominados por el crimen ni confianza en las instituciones.
En resumen, el festejo por los 7 años de la 4T funciona como cierre y pase de lista, no como rendición de cuentas.
Al final, mientras el Zócalo se pinta de guinda, una parte del país sigue preguntando cuándo la transformación será más que un eslogan.
Con información de los mensajes públicos de Claudia Sheinbaum y coberturas de medios nacionales sobre el aniversario de la 4T.


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