Entre un Zócalo lleno que la aclama y un coche bomba en Coahuayana que sacude a Michoacán, Claudia Sheinbaum cierra 2025 atrapada en un laberinto de propaganda, violencia y justicia selectiva que adelanta el choque político rumbo a 2026 y 2027.
Editorial | Análisis Político
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Claudia Sheinbaum quiso cerrar el año exhibiendo músculo en el Zócalo repleto, mientras el eco del coche bomba en Coahuayana todavía estremecía al país.
En ese contraste brutal, el discurso triunfalista de la 4T presume “siete años de transformación”, pero las calles de Michoacán recuerdan que la violencia sigue.
Porque el ataque con explosivos no fue un hecho aislado; se suma a asesinatos de alcaldes, levantones y comunidades sitiadas por grupos criminales.
Sin embargo, desde Palacio se prefiere hablar de “campañas sucias”, bots y “comentócratas” antes que admitir que el famoso Plan Michoacán quedó hecho pedazos.
Así, la presidenta adopta el viejo guion de López Obrador: quien critica “traiciona al pueblo” y quien protesta es tachado de conservador incómodo.
Además, noviembre fue un mes negro: marchas por Carlos Manzo, protestas feministas del 25N reprimidas y bloqueos de campesinos y transportistas en varios estados.
Pero la respuesta oficial no fue corregir el rumbo, sino llenar el Zócalo con acarreados, clientelas y sindicatos, convertidos en maquinaria electoral.
En ese escenario, la narrativa de “mejor presidenta del mundo” se sostiene a fuerza de espectáculos masivos, mientras México escala en homicidios y extorsiones.
Al mismo tiempo, la justicia se vuelve herramienta política: Francisco García Cabeza de Vaca llega al escritorio de Lenia Batres en la SCJN.
Esa combinación, donde opositores son perseguidos selectivamente y aliados blindados, ya fue vista en otros sexenios y terminó deteriorando la democracia.
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Por eso, mientras el oficialismo celebra sus siete años, del otro lado crecen movimientos ciudadanos, colectivos de víctimas y plataformas que rechazan el autoritarismo.
Y aunque el gobierno intenta reducir todo a “dos bandos”, hay un país cansado de la violencia, del cinismo y del uso faccioso del Estado.
De cara a 2026 y a las intermedias de 2027, la polarización crecerá si la presidenta insiste en encerrarse en su laberinto de elogios.
Mientras tanto, el poder real sigue orbitando en Palenque, y el morenismo gobierna mirando más al líder que al país.
Al final, Sheinbaum deberá elegir: escuchar el estallido de la realidad en lugares como Coahuayana, o seguir gobernando sólo para quienes la aclaman.
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