La confesión de Joaquín Guzmán López sobre el secuestro del Mayo Zambada exhibe quién manda en el narco… y quién solo mira desde la banca.
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El caso de Joaquín Guzmán López no solo es nota roja. Es radiografía del poder real en el Cártel de Sinaloa.
Según el acuerdo en Chicago, el hijo del Chapo admitió secuestrar a El Mayo Zambada para entregarlo a Estados Unidos y ganar favores.
La escena parece de serie, pero es expediente judicial. Hubo reunión en Sinaloa, ventana desmontada, comando armado, sedantes y vuelo rumbo a Nuevo México.
Así, el viejo socio de El Chapo terminó en manos de la justicia estadounidense, mientras México apenas veía luces en la pista.
Además, la confesión confirma lo que el Mayo había dicho: no se entregó, lo entregaron. Y lo hizo la generación de Los Chapitos.
Con eso, la guerra interna en Sinaloa quedó sellada. Culiacán lleva más de un año pagando la factura en balaceras y desplazados.
Mientras tanto, Washington capitaliza la jugada. Otra vez, los acuerdos de cooperación se cierran allá, y acá solo se aplauden “golpes históricos”.
El mensaje es brutal: los capos negocian su futuro con fiscales estadounidenses, no con autoridades mexicanas. El Estado aparece como espectador cansado.
Y, sin embargo, el gobierno insiste en que la estrategia va ganando. La realidad muestra un mapa fracturado donde otros cárteles llenan el vacío.
Además, el acuerdo de Guzmán replica el guion de Ovidio Guzmán: culpas aceptadas, cooperación abierta y una sentencia que podría evitar la cadena perpetua.
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En contraste, las víctimas del narco en México siguen sin verdad ni justicia. Ellas no negocian con nadie, solo sobreviven a la estadística.
La confesión también legitima la versión de Zambada sobre su captura y exhibe años de silencios oficiales sobre cómo se mueven estas fichas mayores.
Al final, el expediente de Chicago cuenta más sobre la guerra contra el narco que cualquier mañanera. Y no deja bien parado al gobierno mexicano.
Para México, el mensaje es incómodo: la verdad del narco se escribe en inglés, en cortes lejos del país.
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