La falsa austeridad de Morena

Morena

Claro y conciso

Alberto Castelazo Alcalá

@Castelazoa

Política Gurú

Quienes demonizaron la ostentación de la riqueza fueron los propios partidarios de la 4T.

Esas expresiones simplistas y reglas absurdas crearon un ambiente que ahora se les vuelve en contra.

Sin duda, en un país tan desigual ostentar lujos resulta ofensivo y doloroso para muchos.

Sin embargo, hay una realidad básica que Morena y sus gobiernos no quieren admitir.

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Si Morena no planea una revolución que elimine la brecha entre ricos y pobres, entonces no le queda más remedio que aceptar una dolorosa realidad.

La realidad es incómoda, pero ineludible: mientras impere la economía de mercado (es decir, el capitalismo), existirán enormes abismos sociales.

Esos abismos podrán ser más grandes o más pequeños según los impuestos, la indignación social o la sensatez.

Pero jamás van a desaparecer, ni en México ni en China.

La ostentación de riqueza en México

Por cierto, México ni siquiera está entre los países más ostentosos, pese a su profunda desigualdad.

La costumbre de rodear mansiones lujosas con muros altos sorprende a muchos extranjeros.

Algunos suponen que es para disimular la opulencia y no ofender a quienes transitan por colonias como Las Lomas, El Pedregal o San Ángel.

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De hecho, magnates como Carlos Slim y los hermanos Servitje se caracterizaron por la discreción y la modestia al mostrar su prosperidad.

El rico mexicano suele ser precavido; en cambio, los nuevos ricos son los más estridentes.

La austeridad de la 4T y sus consecuencias

Desde un principio, la ostentación de la riqueza fue demonizada por la 4T, mientras se exaltaba la pobreza como virtud.

Por consiguiente, los sueldos y prestaciones de la burocracia fueron recortados alegando que la vocación de servicio debía bastar.

Sin embargo, en el mundo real, con personas de carne y hueso, eso no alcanza.

La tecnocracia se fue esfumando con los años. En su lugar quedaron gobiernos sumamente incompetentes e igual de corruptos.

En consecuencia, llegaron los escándalos: vacaciones lujosas, vuelos en clase ejecutiva y estancias en hoteles cinco estrellas.

López Obrador nunca entendió algo fundamental.

Si un alto funcionario debe soportar un vuelo de 12 horas para llegar a una reunión, más vale que duerma en el avión.

De lo contrario, se dormirá a media junta.

Si Sheinbaum insiste en la ‘justa medianía’ y hospeda a su gente en hoteles de mala muerte, acabará con un equipo de mediocres.

En realidad, ya los tiene.

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Además, si el gobierno presume de austeridad, pronto sale a relucir el peine sucio de los excesos humanos.

Por ejemplo, Pedro Haces es riquísimo y le fascinan las fiestas extravagantes.

Su amigo Ricardo Monreal disfruta asistir a esos festejos, sea en el Ajusco, en el St. Regis o en las afueras de Madrid.

Esa conducta solo resulta reprochable, porque primero ensalzaron la modestia y el ascetismo de un movimiento cuyos miembros no son precisamente franciscanos.

Lo mismo ocurre con Gerardo Fernández Noroña.

También salen a relucir los relojes de Adán Augusto López y los Yunes.

Los hijos de López Obrador y la doble moral

El caso de los hijos de López Obrador es distinto: todos son adultos, personajes públicos que no rehúyen los reflectores.

Su padre presumió de su frugalidad: dijo tener apenas dos pares de zapatos y ninguna tarjeta de crédito.

Presentó esas costumbres como virtudes dignas de ser imitadas por todos.

En México, el uso de efectivo se disparó, duplicando al de otros países.

Por eso desconcierta que el presidente glorifique esa práctica.

Pero allá él.

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El problema es que sus hijos tendrían que atenerse a la conducta que él predica, o deslindarse.

De lo contrario, el estigma que fabricó el padre les caerá encima a los vástagos, sobre todo cuando sus ingresos no son precisamente transparentes.

No me agrada acusar de hipocresía a Morena, porque considero que la hipocresía tiene su lado positivo y no merece tan mala fama.

Sin embargo, no hay duda de que existe una enorme incongruencia entre el discurso de Morena y sus acciones.

Por ello, ahora les toca probar una sopa de su propio chocolate.

Digamos que es de la marca ‘Bienestar’ o ‘Rocío’.

Esta última pertenece a Andy, Gonzalo y José Ramón López.

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