El Partido Verde acelera precandidaturas en varios estados, pero concentra su apuesta en Quintana Roo, donde busca negociar desde la fuerza y evitar ceder la plaza.
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El Partido Verde pisó el acelerador. En semanas recientes lanzó precandidaturas en varios estados, buscando llegar con músculo a la negociación rumbo a 2027 decisiva.
Aun así, el movimiento tiene centro de gravedad: Quintana Roo. Ahí, el tucán no piensa ceder y quiere marcar la pauta dentro de la 4T.
El despliegue es amplio. Hubo señales en Guerrero, Zacatecas, Tamaulipas y Querétaro. Además, impulsó a Jasmine Bugarín en Nayarit, donde Morena mira a Geraldine Ponce.
También en Nuevo León, el dirigente Edgar Salvatierra levantó la mano al senador Waldo Fernández. Mientras tanto, Quirino Ordaz acelera trabajos verdes en Sinaloa también.
Tras los comicios pasados, el Verde crece y acomoda fichas. Hoy gobierna San Luis Potosí, proyectando a Ruth González; y Quintana Roo, con Mara Lezama.
¿Por qué Quintana Roo importa tanto? Primero, porque es el bastión de Jorge Emilio González, liderazgo real del Verde. Segundo, por su músculo turístico y económico.
Tercero, porque ya gobiernan con Mara Lezama. Ese control es visto como palanca de negociación. Por eso, preservar Cancún y la Riviera se vuelve prioridad.
El problema aparece en Morena. Su carta es Rafael Marín Mollinedo, titular de ANAM y cercano a Andy López Beltrán, quien aspira a la gubernatura.
Marín volvió de la OMC con ese objetivo. Así, el choque sería inevitable, porque el tucán empuja al senador Eugenio Segura en la misma pista.
Ambos cuadros traen respaldo y narrativa. Por lo tanto, cada uno reclama encabezar la boleta. Aunque suene temprano, las negociaciones condicionan alineaciones locales y federales.
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Además, en Palacio se habla de adelantar encuestas estatales hacia marzo. Con ello, los tiempos se comprimirían y los acuerdos deberían definirse con poco margen.
En este tablero, Quintana Roo funciona como moneda y ancla. Si el Verde retiene la plaza, negocia mejor; si no, su peso nacional podría resentirse.
Para el oficialismo, contener fricciones será clave. De lo contrario, la alianza pagará costos en una elección donde se renovarán autoridades en dieciséis estados nacionales.
En resumen, el Verde mueve piezas para evitar sorpresas. Al final, Quintana Roo es su vitrina, su caja registradora política y su carta de cambio.
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