Entre comisiones incendiadas, contratos de carbón que vuelven del pasado y ayudas silenciosas en Veracruz, el Gran Gurú radiografía la semana: golpes bajos, sabotajes universitarios y un expediente internacional incómodo.
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Arrancamos con Alito: perdió Marina, pero aterrizó presidiendo Ciberseguridad. Qué ironía capital: el maestro del archivo filtrado, ahora guardián de llaves digitales nacionales, vigilante siempre.
Sin embargo, el golpe no borra la bronca con Gerardo Fernández Noroña. Además, al cronista revolucionario le alcanzó cómodamente para una escala rumbo a Dubai.
Porque, claro, la austeridad aplica para los demás. Mientras tanto, la nueva silla de Alito huele a premio de consolación, envuelto en cableado institucional permanente.
A propósito de guantes, el ring se montó en la CFE. Theodoros Kalionchiz y Ricardo Mejía cruzaron puños, discursos y viejos rencores en San Lázaro.
Entonces surgió el carbón. Antes, setenta empresas bebían del filón. Después, quedaron veintiséis. Y el fantasma de Tony Flores, alias Lord Lamborghini, volvió al cuadrilátero.
Luego, Emilia Esther Calleja entró al libreto: vetó a Flores y abrió puertas a pequeños productores. Pero Mejía fue a protestar, cual abogado del asfalto.
Así, Kalionchiz le recordó que ni pinta en la comisión. Y, de pronto, hubo manotazos, insultos y un puntapié cobarde cuando lo sujetaban. Clase legislativa.

Además, el episodio exhibe prioridades. Mientras el país pide energía clara, algunos diputados defienden contratos oscuros. Pero el carbón, ya sabemos, tiñe hasta las corbatas.
En Veracruz, la tragedia insiste. Claudia Sheinbaum envió discretamente a Esthela Damián a Álamo. La instrucción fue clara: ayudar sin reflectores, ni selfies de desastre.
Sin embargo, el mensaje viaja para Rocío Nahle y Blanca Lilia Arrieta. Porque la respuesta local fue lenta, confusa y, por momentos, administrativamente inexistente, inadmisible.
Por cierto, la realidad desmintió los gráficos. Javier Vargas Arias, productor citrícola, fue asesinado. Y otra vez apareció la etiqueta: La Mafia Veracruzana manda territorios.
Así lo reportaron vecinos. Aunque, oficialmente, realmente todo marcha bien. Entonces, ¿quién gobierna el miedo cotidiano en los caminos? Los limones no cargan escoltas, jamás.
Mientras tanto, la UNAM enfrenta sabotajes domésticos. Nos dicen que grupos del STUNAM traban acuerdos, amplían paros y dinamitan cualquier atisbo real de diálogo serio.
Además, es temporada de revisión salarial. Pero el reloj académico no admite cinismo infinito. Porque cada día perdido cuesta ciencia, becas, semestres y proyectos colectivos.
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Luego, vendrá la foto del acuerdo. Y se dirá: se atendieron demandas. Sin embargo, la factura ya la cargaron al futuro de miles y familias.
Volvemos al tablero federal. Esthela Damián fue enviada a campo y sin prensa, nos dicen. Fue una decisión calculada, y políticamente necesaria, en silencio responsable.
En el frente internacional, otro bochorno. Zhi Dong, capo del fentanilo, escapó aquí; Cuba lo tenía desde julio. Después, lo entregaron rápidamente a Estados Unidos.
Así, alguien mintió, o calló demasiado. Además, el expediente hablará solo. Porque ochenta días guardados no pasan sin soplos, llamadas continuas, ni favores cruzados evidentes.
Entonces, ¿qué se negoció? ¿Inteligencia, rutas, nombres precisos? Mientras tanto, nos venden épica diplomática. Pero el guion real huele a intercambio discreto en ventanilla trasera.
Al cierre, queda la postal: pleitos en comisiones, seguridad presumida, universidades en vilo y diplomacia a plazos. Y el carbón que jamás se apaga, siempre.

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