Mientras Washington habla de soberanía y la 4T presume maíz sagrado, en Michoacán asesinan alcaldes, en Palacio llaman “bots” a los inconformes y en Sinaloa confiesan dedazos presidenciales. El Gran Gurú conecta los hilos de un sistema que jura cambiar, pero se aferra a las mismas mañas.
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El Gran Gurú mira el tablero y ve un país partido entre discursos heroicos, planes con nombre bonito y realidades que huelen a pólvora.
Desde Washington, Marco Rubio se declara respetuoso de la soberanía mexicana, pero repite que los cárteles son casi terroristas y mandan en territorios completos.
Jura que Donald Trump no intervendrá “a menos que se lo pidan”. Sin embargo, las extradiciones exprés recuerdan quién sigue con el dedo en gatillo.
En Palacio, Claudia Sheinbaum presume que México decide solo, aunque sigue entregando sospechosos y recibiendo palmaditas diplomáticas. Cooperación suena bonito; subordinación nadie quiere nombrarla.
Para equilibrar el cuadro, la 4T presenta El Maíz es la Raíz. Dicen que el campo volverá al centro y la tortilla tendrá apellido.
Hablan de millones, de cooperativas de mujeres y de maíz nativo como bandera de soberanía alimentaria. Sin embargo, el padrón electoral siempre asoma la cabeza.
Mientras reparten discursos sobre milpas felices, en Michoacán el guion es de terror. Omar García Harfuch pisa Uruapan como quien recorre un campo minado.
El famoso Plan Michoacán promete inteligencia, prevención y músculo. Pero los ataúdes siguen llegando más rápido que los oficios y los operativos televisados.
Ahí está el caso Carlos Manzo: alcalde ejecutado, tirador abatido, presuntos cómplices apareciendo muertos. Parece investigación, pero huele a limpieza y a mensaje mafioso.
En medio de la tragedia, Grecia Quiroz asume la alcaldía con el corazón roto y el municipio sitiado. Heredó balas, no instituciones fuertes.
En la capital, insisten en que la marcha contra la violencia está llena de “bots”. Sin embargo, blinda Palacio Nacional con vallas gigantes.
Si fueran solo cuentas falsas, bastaría con apagar el wifi. Pero saben que la calle no se desconecta con un botón presidencial.
Lejos de ahí, Adán Augusto López intenta limpiarse la cara por el escándalo del naviero Juan Pablo Vega y el huachicol fiscal de lujo.
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Reconoce que lo conoce, que hubo reuniones y atenciones, pero asegura que ignoraba a qué se dedicaban sus empresas. Vaya estándar para un exsecretario.
Detrás aparece Hernán Bermúdez, su escudero en Tabasco, señalado por vínculos incómodos. Donde asoma ese nombre, brotan escoltas raros, contratos turbios y silencios bien pagados.
En Guadalajara, la alcaldesa Verónica Delgadillo se sale del guion oficial y pide revivir el Fondo Metropolitano que AMLO evaporó con la palabra austeridad.
No exige presupuesto para ocurrencias, sino dinero etiquetado para ciudades que se caen a pedazos. Veremos cuántos alcaldes se atreven a acompañarla.
Desde Sinaloa, el gobernador Rubén Rocha Moya confiesa que fue impuesto por AMLO; la encuesta favorecía al Químico Benítez, pero el dedazo ganó la partida.
La 4T juró enterrar al viejo régimen, pero conserva intacta su herramienta favorita: el dedo que reparte candidaturas, perdones y presupuestos desde arriba.
Entre maíz sagrado, marchas de “bots”, alcaldes asesinados y gobernadores confesando dedazos, el mensaje es claro: la transformación presume mucho, pero sigue reprobando en realidad.
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