Soberanía blindada y tren descarrilado: las verdades a medias de la mañanera

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En su conferencia matutina, Claudia Sheinbaum defendió la soberanía mexicana frente a la cooperación con Estados Unidos en seguridad. Además, el Tren Maya volvió a acaparar la atención por un nuevo percance.

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En política mexicana siempre hay espacio para los símbolos. Y en la conferencia matutina de este miércoles, Claudia Sheinbaum se encargó de dejar claro cuál será el suyo: la soberanía nacional como bandera. Con gesto firme, la presidenta aseguró que “nunca pondrá en riesgo la soberanía” en los acuerdos de seguridad con Estados Unidos. Palabras que suenan potentes, pero que, al analizarlas, muestran matices que conviene revisar.

Por un lado, Sheinbaum mantiene la narrativa heredada de López Obrador: colaboración sí, pero con límites claros a las agencias extranjeras. La DEA puede entregar información, pero no meter las botas en territorio mexicano. Esa línea roja, defendida desde 2018, pretende mostrar fuerza frente a Washington. El problema es que, en la práctica, las redes criminales trasnacionales ya no distinguen fronteras. ¿Hasta qué punto la política de “soberanía blindada” no se convierte en un obstáculo para la eficacia?

El famoso Proyecto Portero, anunciado por la DEA, sirvió como detonante del tema. Según la agencia estadounidense, habría coordinación operativa con México contra el narcotráfico. Sheinbaum lo desinfló: sí hay colaboración, pero jamás en territorio. ¿Mensaje de independencia o señal de desconfianza? La línea es delgada y el discurso puede sonar más a cálculo político que a estrategia integral.

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Mientras tanto, otro símbolo de la 4T tambaleó otra vez: el Tren Maya. En Yucatán, dos convoyes vivieron un “percance de vía”, como lo llamó diplomáticamente su director, Óscar David Lozano. Lo que para muchos fue un descarrilamiento, para el gobierno es solo una “anomalía técnica”. Palabras más suaves para un golpe duro a la obra emblemática del sexenio pasado.

Lozano Águila trató de apagar el fuego. Descartó hackeo, porque el sistema no está conectado a internet. También negó error humano, porque el tren opera de manera automatizada. Entonces, ¿qué fue? Nadie lo sabe con certeza. La respuesta llegará, prometió, en quince días, cuando la Comisión Dictaminadora de Accidentes Ferroviarios presente conclusiones. Por lo pronto, la FGR abrirá una investigación para deslindar responsabilidades. Traducido: el tema seguirá dando de qué hablar.

La ironía es inevitable. El Tren Maya, concebido como motor de desarrollo del sureste, acumula ya más titulares por fallas que por éxitos. El director reconoció que “fallamos ya dos veces, pero no debemos fallar en el futuro”. Palabras que, en política, suenan a confesión de debilidad. En un país donde la confianza en los megaproyectos es frágil, cada incidente mina el relato de modernidad que se buscaba construir.

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Pero la mañanera no se quedó ahí. Sheinbaum también enfrentó preguntas incómodas sobre la extradición de Julio César Chávez Jr., quien llegó encadenado y vestido con ropa Gucci. La mandataria explicó que existía una orden de aprehensión por delitos graves. Sin embargo, la imagen del boxeador con cadenas y lujos se viralizó como retrato del contraste mexicano: glamour y decadencia en una misma foto.

Y como si fuera poco, la violencia volvió a aparecer en la agenda. El asesinato de Ernesto Barajas, vocalista de Enigma Norteño, recordó que los músicos también están en la mira de los cárteles. El CJNG lo había amenazado antes, pero nadie evitó que los sicarios lo ejecutaran a quemarropa. Otro ejemplo de cómo la cultura popular paga las consecuencias del crimen organizado.

En la parte económica, la presión vino del norte. El Departamento del Tesoro de EUA puso bajo la lupa a bancos mexicanos como CIBanco e Intercam, señalados por presunto lavado de dinero. Aunque recibieron prórrogas para demostrar lo contrario, la sombra del señalamiento afecta la imagen financiera de México. Sheinbaum, sin embargo, prefirió no entrar en detalles, al menos por ahora.

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El análisis político de esta mañanera revela un patrón: Sheinbaum busca proyectar firmeza, pero evita confrontaciones directas. En seguridad, enfatiza soberanía; en el Tren Maya, minimiza fallas; en temas económicos, retrasa comentarios. Una estrategia de control narrativo que busca estabilidad, aunque a veces se perciba como evasión.

El reto, sin embargo, es mayor. La presidenta enfrenta un escenario donde la cooperación internacional es imprescindible, los proyectos emblemáticos están bajo cuestionamiento y la violencia no da tregua. Hablar de soberanía es necesario, pero convertir esa palabra en políticas eficaces será lo que determine el éxito o fracaso de su sexenio.

La columna de hoy deja una lección clara: entre símbolos y realidades, la 4T sigue moviéndose en el terreno de las verdades a medias. Y en política, como en los trenes, cualquier descarrilamiento cuesta caro.

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