Max Verstappen se llevó el Gran Premio de Las Vegas en una noche caótica que no terminó con la bandera a cuadros: horas después, la doble descalificación de Lando Norris y Oscar Piastri por irregularidades técnicas en los McLaren reventó la polémica, reacomodó el podio y dejó claro que en la Fórmula 1 la carrera también se gana en la mesa.
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Max Verstappen se llevó el Gran Premio de Las Vegas en una noche caótica que explotó horas después con la doble descalificación del equipo McLaren.
Desde la arrancada, el neerlandés salió agresivo y le arruinó la fiesta a Lando Norris, mientras Oscar Piastri remontaba entre tráfico y muros urbanos complicados.
Hubo contactos, piezas volando y un Safety Car tempranero que comprimió; aun así, el Red Bull de Verstappen marcó el ritmo como si corriera solo.
Norris defendió como pudo, pero vuelta a vuelta el papaya empezó a desinflarse frente al ritmo demoledor del campeón y la presión constante de Mercedes.
Detrás, George Russell manejó fino, esquivó el caos y construyó un podio enorme hoy para Mercedes, creyendo que McLaren aseguraba finalmente segundo y tercer lugar.
Sin embargo, después de la bandera a cuadros llegó el verdadero bombazo inesperado; dirección de carrera anunció una revisión técnica detallada a los autos papaya.
Más tarde se confirmó la bomba: doble descalificación para Norris y Piastri por irregularidades en el piso del coche, algo simplemente imperdonable a este nivel.
Con esa decisión, el resultado cambió por completo; Russell heredó el segundo puesto y el resto de la parrilla subió inesperadamente en la tabla final.
De pronto, equipos que pensaban irse con pocos puntos encontraron premio doble; así, la noche en Las Vegas se convirtió en una montaña rusa emocional.
Para la afición, el mensaje es claro: en la Fórmula 1 no basta con ser rápido, también debes ser siempre legal hasta el último tornillo.
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Además, la doble sanción golpea directo el relato de ascenso perfecto de McLaren; el proyecto sigue fuerte, pero ya tiene una mancha difícil de borrar.
Aun así, las vueltas que dieron Norris y Piastri recordaron que el equipo papaya tiene ritmo para pelearle de tú a tú a Red Bull.
Al final, Max Verstappen se va de Nevada reforzando su aura de villano imbatible, mientras McLaren sale del casino deportivo pagando una factura muy cara.
Y ahora la conversación cambia por completo; ¿fue dominio puro de Verstappen o la historia será recordada por la polémica descalificación papaya de McLaren hoy?
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