El Zócalo se llenó para presumir respaldo a la 4T, pero la pregunta clave sigue sin respuesta: ¿cuándo se llenará de resultados en seguridad y rendición de cuentas?
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El Zócalo se volvió a llenar para celebrar el séptimo aniversario de la 4T. La Presidencia habló de “más de 600 mil asistentes”. Y, como siempre, la foto buscó cerrar el debate: si la plancha está llena, el poder está blindado.
Sin embargo, la vida real no se mide por tomas aéreas. Se mide por si puedes salir tarde, abrir tu negocio sin cobro de piso, subirte al transporte sin rezar y regresar a casa sin temor de que “hoy te toque”. Por eso la plaza entusiasma, pero la calle decide.
Morena entiende el valor simbólico del Zócalo. Además, cuando arrecian críticas por inseguridad o protestas, responde con su ritual favorito: multitud, consigna y la narrativa de una presidenta invencible. Así, la legitimidad se vuelve espectáculo y, en cambio, la rendición de cuentas se aplaza.
El problema no es la concentración, sino lo que se evita discutir ahí. El gobierno presume que los homicidios bajaron un 37 % desde septiembre de 2024 hasta noviembre de 2025. Aunque ese dato existe, se cuestiona qué tan completa es la foto si suben desapariciones o si cambian las clasificaciones.
Además, el propio INEGI reportó para 2024 33,241 defunciones por homicidio y una tasa preliminar de 25.6 por cada 100 mil habitantes. Es decir: incluso con “mejoras”, el piso sigue altísimo para una familia que ya normalizó las noticias de balaceras.
Mientras tanto, hay delitos que sí se sienten en el bolsillo. El País reportó que la extorsión aumentó un 23 % en el mismo periodo citado por el gobierno. Y la extorsión, a diferencia de la estadística, se paga con efectivo, silencio y miedo.
Por lo tanto, el contraste de noviembre fue revelador: la marcha de la Generación Z también ocupó el Zócalo y terminó con enfrentamientos y detenidos, según reportes oficiales y de prensa. El mismo espacio que un día celebra “unidad”, otro día se vuelve termómetro de hartazgo.
Y antes ya había señales. La Marea Rosa llenó el Zócalo en 2024 para exigir democracia y defender instituciones electorales. En otras palabras: la plaza no tiene dueño; la disputa es política.
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Al final, la 4T sí puede presumir avances sociales, como el aumento del salario mínimo. Pero, si no se reconstruye la seguridad cotidiana —salud, servicios, investigación criminal, policías confiables—, cualquier mejora se vuelve frágil. El ciudadano no quiere un coro: quiere respuestas.
Crédito y agradecimiento: esta editorial se basa en la columna “La presidenta invencible”, de María Scherer, publicada en LPO México.
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