La tensión en el Caribe escala tras la intercepción del buque «Centuries» por parte de EE.UU. A diferencia de operativos previos, esta acción se ejecutó sin orden judicial y golpea intereses chinos, marcando una nueva fase en el bloqueo contra Maduro.
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La tensión geopolítica en el Caribe acaba de subir varios grados. La Guardia Costera de Estados Unidos interceptó el buque «Centuries», de bandera panameña, cargado con crudo venezolano. Este es el segundo incidente en el mes, pero hay un detalle que cambia todo el juego: a diferencia del caso anterior, esta vez no había orden de incautación ni sanciones previas sobre la embarcación.
Es vital entender el contexto. Donald Trump, en su campaña de «máxima presión» contra Nicolás Maduro, ha prometido un bloqueo total. Sin embargo, la legalidad de esta operación es, por decir lo menos, cuestionable. El buque «Centuries» no figuraba en la lista negra del Departamento del Tesoro. Entonces, ¿cuál fue la justificación? El derecho internacional permite verificar la bandera de un barco, una rendija legal que Washington está explotando al máximo para asfixiar la economía venezolana.
Por otra parte, la narrativa oficial es agresiva. Kristi Noem, Secretaria de Seguridad Nacional, vincula este petróleo directamente con el financiamiento del narcotráfico y el fentanilo, aunque sin presentar pruebas concretas hasta el momento. La imagen de fuerzas estadounidenses descendiendo desde un helicóptero a un buque comercial en aguas internacionales envía un mensaje claro y contundente: nadie pasa sin el visto bueno de la Casa Blanca.
Además, este movimiento no solo golpea a Caracas. Fuentes de la industria confirman que la carga pertenece a una comercializadora china. Esto significa que Estados Unidos está tocando, indirectamente, los intereses del gigante asiático. En consecuencia, lo que parece una operación antinarcóticos podría leerse también como una jugada en el tablero de la guerra comercial global.
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Para el ciudadano común, esto puede parecer lejano, pero el impacto es real. La inestabilidad en el mercado energético y la militarización de rutas comerciales cercanas afectan los precios y la seguridad regional. Mientras Trump acusa y actúa, la línea entre la policía global y la intervención unilateral se vuelve cada vez más borrosa.
Estamos ante una estrategia de hechos consumados. Primero disparan (o abordan) y luego preguntan. La pregunta es: ¿cómo responderán China y la comunidad internacional ante este bloqueo de facto que opera al margen de los protocolos habituales?
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