El Tribunal de Disciplina Judicial quedó instalado con la promesa de no ser “inquisidor”. Además, buscará sanear prácticas, acelerar procesos y recuperar la confianza ciudadana en el Poder Judicial.
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El Tribunal de Disciplina Judicial quedó formalmente instalado tras el relevo en la SCJN. Además, su mensaje fue claro: habrá vigilancia estricta, pero sin persecución ni actitudes inquisidoras.
Sustituye al Consejo de la Judicatura Federal con independencia técnica y de gestión. Por ello, su misión central será investigar y sancionar faltas éticas y administrativas.
La magistrada presidenta Celia Maya impuso la toga al pleno. Asimismo, lo integran Eva Verónica de Gyvés, Bernardo Bátiz, Indira Isabel García y Rufino H. León Tovar.
Desde el arranque, De Gyvés fijó tres ejes: austeridad, honestidad y trabajo. Además, advirtió que se priorizarán procesos ágiles y resoluciones con justicia.
El mandato incluye combatir corrupción, nepotismo y tráfico de influencias. Asimismo, se revisarán conductas alejadas de objetividad, imparcialidad e independencia.
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Indira García prometió cercanía ciudadana y gasto austero. Por otra parte, dijo que se privilegiará la sensibilidad frente a usuarios de la justicia.
León Tovar planteó un control y supervisión integral en todo el Poder Judicial. Además, anunció capacitación y medidas preventivas contra conductas irregulares.
Bernardo Bátiz calificó la Reforma Judicial como transformadora. Sin embargo, subrayó que no habrá cacería, sino cuidado de la buena conducta y del trato digno.
Para operar, habrá dos auxiliares clave. Por un lado, el Órgano de Investigación de Responsabilidades Administrativas, con agentes investigadores.
Por otro lado, el Órgano de Evaluación del Desempeño Judicial dará seguimiento a juzgados y tribunales. Asimismo, quedan fuera la SCJN y el Tribunal Electoral.
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El nuevo esquema buscará revertir la percepción negativa sobre la justicia. Además, pretende acortar tiempos y transparentar decisiones relevantes.
El desafío mayor será vencer la inercia institucional. No obstante, se apuesta a que el personal judicial sea aliado del cambio.
También habrá atención al patrimonio de juzgadores para evitar enriquecimientos sospechosos. Asimismo, se reforzarán controles y declaraciones.
El Tribunal podrá solicitar juicio político y denunciar ante el Ministerio Público. Además, impondrá sanciones cuando las faltas queden acreditadas.
En suma, el éxito dependerá de independencia real, métricas claras y procesos oportunos. Finalmente, la promesa es vigilancia sin persecución y rendición de cuentas efectiva.
Tribunal de Disciplina Judicial
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