En la más reciente Conferencia del Pueblo, Claudia Sheinbaum corrigió a Rosa Icela Rodríguez, rechazó que haya carpetas contra transportistas por los bloqueos y, al mismo tiempo, se apropió del 25N con una estrategia feminista que combina reformas penales, activismo y control político del descontento social.
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En la Conferencia del Pueblo, Claudia Sheinbaum intentó contener el costo político de los bloqueos de transportistas y agricultores que incomodaron al gobierno federal.
Desde Palacio Nacional, la presidenta aseguró que no existen carpetas de investigación contra quienes protestaron, pese a las declaraciones previas de Rosa Icela Rodríguez.
Al decir que “quizá se malinterpretó” a su secretaria de Gobernación, Sheinbaum envió un mensaje de control interno y corrección pública hacia su gabinete.
La frase buscó desactivar la narrativa de persecución y evitar que la oposición acuse al gobierno de criminalizar la protesta social en carreteras.
Recordó que cerrar carreteras sigue siendo un delito, marca límites legales, pero insiste en que no habrá “cacería” de manifestantes.
El equilibrio es claro: derecho a manifestarse, sí; uso selectivo del Ministerio Público, no. Sheinbaum intenta aparecer como árbitro entre el descontento y el orden.
En clave política, defendió que transportistas y agricultores han sido escuchados. Así, busca neutralizar a líderes que acercan esas movilizaciones a partidos de oposición.
Después conectó el tema con el 25N y la agenda de igualdad de género, reforzando su imagen de primera presidenta con bandera feminista.
Insistió en “trabajo igual, salario igual” entre mujeres y hombres, recordó que ya está en la Constitución y que puede denunciarse su incumplimiento.
Presentó además el acuerdo con las 32 entidades para homologar el delito de abuso sexual y reformar el artículo 260 del Código Penal Federal.
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La nueva definición amplía las conductas sancionadas: tocamientos, roces y exhibiciones sexuales sin consentimiento quedarían claramente tipificadas y con mayores penas.
También anunció talleres reeducativos y servicio comunitario obligatorio para agresores, mostrando a un Estado que se dice dispuesto a castigar, pero también a modificar conductas.
En paralelo, el gobierno activará 16 días de activismo contra la violencia hacia las mujeres, con campañas, caminatas, murales y reflexión con hombres.
Sheinbaum pidió que las marchas del 25N sean pacíficas, “como Gandhi y Mandela”, buscando evitar imágenes de vandalismo que la derecha usa para desacreditar protestas.
Así, la Conferencia del Pueblo funcionó como tablero político: corregir a Rosa Icela, contener a transportistas y adueñarse de la agenda feminista.
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