Tras la salida de Alejandro Gertz Manero, la FGR de Ernestina Godoy reactivó un viejo expediente contra Marinsa, naviera favorita de Pemex y la 4T, exhibiendo contratos privilegiados, presunto lavado y una justicia que huele más a ajuste de cuentas que a limpieza a fondo.
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Tras la salida de Alejandro Gertz Manero de la FGR, el caso Marinsa saltó, de pronto, a la primera fila del sexenio de Claudia Sheinbaum.
Más que justicia tardía, muchos ven un movimiento político calculado.
La fiscalía que hoy encabeza interinamente Ernestina Godoy pidió extinguir 30 cuentas ligadas a la naviera campechana, con unos 125 millones de pesos congelados.
Es mucho dinero, pero apenas representa una rebanada del pastel petrolero que la empresa probó en los últimos años.
Además, Godoy es una figura cercanísima a la presidenta y llega a la FGR cargando críticas por su falta de independencia.
Por eso, cada paso del expediente Marinsa se lee también como termómetro del nuevo estilo de justicia de la Cuarta Transformación.

Como recordó Salvador García Soto en su columna Serpientes y Escaleras, publicada en El Universal, Marinsa fue una consentida de Pemex bajo Octavio Romero Oropeza.
Mientras a cientos de proveedores se les ahogaba con retrasos, esta firma acumuló contratos exprés, barcos y depósitos multimillonarios.
Investigaciones periodísticas ya habían señalado vínculos de Marinsa con familiares de AMLO y con el priista Alejandro “Alito” Moreno en Campeche.
Así, el expediente no solo toca a un empresario; también roza a una red política que se movió entre la 4T y el viejo PRI.
La FGR habla de posible lavado de dinero entre 2019 y 2021, años de bonanza contractual para la naviera.
Sin embargo, en un Pemex que arrastra deudas con proveedores y un pasivo cercano a los 100 mil millones de dólares, este golpe luce selectivo.
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Porque, si de limpiar la casa se tratara, el gobierno tendría que abrir los libros completos de contratos, condonaciones y perdones silenciosos.
De otro modo, da la impresión de que solo se castiga a quien dejó de ser útil o perdió cobijo político.
Mientras tanto, el mercado mira con desconfianza.
Al final, la pregunta incómoda sigue ahí.
¿Estamos frente a un cambio real de reglas o ante otro ajuste de cuentas disfrazado de cruzada anticorrupción?
Mientras no haya transparencia total, la duda seguirá flotando sobre Pemex, la FGR y la llamada Cuarta Transformación.

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