Sedena capitaliza el caso Farías: reacomodo tras el escándalo en Marina

Caso Farías Laguna

La detención del vicealmirante Manuel Roberto Farías Laguna reacomodó fuerzas. Sedena capitaliza el golpe, mientras Marina lidia con daños reputacionales y ajustes políticos

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El caso Farías Laguna puso a la seguridad en modo realpolitik. Mientras tanto, Claudia Sheinbaum respalda el legado institucional y evita fracturas visibles.

En días recientes, autoridades federales desmantelaron una red de huachicol fiscal. Detuvieron a mandos navales y empresarios ligados al contrabando de diésel.

El episodio toca fibras internas. Rafael Ojeda Durán queda deslindado, aunque el parentesco incomoda. Además, el gabinete recalibra su narrativa de tolerancia cero.

En Sedena, el balance luce favorable. Ricardo Trevilla afianza control operativo y mantiene interlocución fluida con Palacio. También preserva el liderazgo sobre la Guardia Nacional.

La agenda internacional añade presión. La visita de Marco Rubio tensó la conversación bilateral y abrió preguntas sobre cooperación militar y soberanía.

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Para Omar García Harfuch, el mensaje es claro. Inteligencia primero, despliegues focalizados después. Asimismo, coordinación fina con estados críticos como Sinaloa.

El descarrilamiento del Tren Maya no movió la aguja política. Sin embargo, reforzó el cierre de filas de la presidenta con el Ejército.

En Marina, la narrativa cambia de orgullo a contención de daños. Por ahora, el prestigio institucional se protege con procesos y resultados verificables.

El tablero económico también se mueve. Marcelo Ebrard, en Economía, enfrenta derivadas comerciales del caso y futuros roces en Washington.

Además, la Guardia Nacional afianza estructura bajo Sedena. Con la nueva ley, el mando militar consolida logística, disciplina y tiempos de respuesta.

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En resumen, Sedena lee una ventana de oportunidad. Mientras tanto, Marina ajusta líneas internas para sostener credibilidad ante socios y aliados.

Para la presidencia, la prioridad es orden y resultados. Además, blindar la estrategia contra filtraciones, tentaciones políticas y presiones externas.

Finalmente, el gabinete ajusta mensajes. Sin dramatismo público, pero con relojes sincronizados para evitar vacíos que aprovechen adversarios y redes criminales.

El efecto inmediato: mandar señales de control. El objetivo mayor: profesionalizar la seguridad y quitar oxígeno al crimen organizado.

En el corto plazo, la conversación seguirá moviéndose. Aunque cambien nombres, el enfoque de cooperación selectiva y soberanía negociada permanece estable.

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