En el sorteo del Mundial 2026, Claudia Sheinbaum minimizó su primer encuentro con Donald Trump, aunque en Washington el partido real se llama T-MEC y tarifas.
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Desde el Kennedy Center de Washington, Claudia Sheinbaum presume que su cara a cara con Donald Trump y Mark Carney fue cordial y deportivo.
Según la presidenta, la charla posterior al sorteo del Mundial 2026 giró más en torno al futbol que a los temas espinosos.
Sin embargo, la foto del palco cuenta otra historia: tres mandatarios platicando mientras pesan las tarifas, el T-MEC y las extradiciones de narcos.
Trump llegó al evento con nuevo premio bajo el brazo y con la narrativa de siempre: él manda en la región y marca la agenda.
Por eso, que Sheinbaum diga que “no se avanzó mucho” en comercio suena más a control de daños que a diagnóstico honesto.
En Washington se habla de revisar el T-MEC en 2026 y, incluso, de que Estados Unidos podría amagar con salirse si no consigue ventajas.
Además, el propio gobierno de Trump ha usado las tarifas como garrote político: primero presiona con acero, autos o agro y luego ofrece “negociar”.
Al mismo tiempo, crecen las filtraciones sobre una tercera entrega masiva de narcotraficantes mexicanos, después de enviar ya a 55 capos a prisiones estadounidenses.
Mientras la prensa de allá subraya la mano dura, en México la presidenta insiste en que por ahora no hay nuevo paquete acordado.
Ese “por ahora” deja claro que el tema sigue vivo y que el precio de evitar aranceles podría pagarse, otra vez, con más extradiciones.
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En medio de todo, Sheinbaum remarca que Trump fue “muy respetuoso” y hasta cuenta que le preguntaba si tal o cual equipo era bueno.
El detalle parece simpático, pero también funciona como distractor: se habla del chisme futbolero y no de los puntos finos de la relación bilateral.
Para México, lo que se negocia en esos palcos vale más que cualquier grupo del Mundial: empleos, inversiones, tipo de cambio y seguridad.
Si la presidenta reduce la reunión a buena vibra y cero avances, el mensaje hacia dentro es preocupante: alguien más está llevando la batuta.
Porque, aunque se maquille como foto histórica del Mundial 2026, este encuentro fue, sobre todo, un recordatorio de quién pone las condiciones.
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