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La captura de Ismael “El Mayo” Zambada, ocurrida el 25 de julio de 2024, transformó el panorama del crimen organizado en México. Para expertos en seguridad, este hecho marcó el inicio de un replanteamiento estratégico que rompió con la política de “abrazos, no balazos” y priorizó el desmantelamiento del debilitado Cártel de Sinaloa.
Autoridades federales, encabezadas por el secretario Omar García Harfuch, confirmaron que los hijos de El Mayo y de Joaquín “El Chapo” Guzmán —Iván Archivaldo, Jesús Alfredo Guzmán e Ismael Zambada— son objetivos prioritarios. Desde septiembre pasado, estos actores provocaron una escalada de violencia en Culiacán, Elota, El Dorado y Costa Rica, en Sinaloa.
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Además, la presión del gobierno de Estados Unidos, ahora liderado por Donald Trump, ha sido determinante para que México refuerce su combate al narcotráfico, particularmente en lo que respecta al fentanilo.
Analistas consultados coinciden en que la caída de El Mayo brindó una coyuntura favorable a Claudia Sheinbaum. Desde que anunció a Harfuch como su secretario de Seguridad, quedó claro que su administración tomaría un rumbo distinto al de López Obrador. De hecho, la intensificación de operativos en Sinaloa ha sido interpretada como una respuesta firme al crimen organizado.
Según especialistas del ITAM y CIESAS, las nuevas directrices recuerdan al enfoque militarizado de Felipe Calderón. A ello se suma el renovado interés en cumplir con los requerimientos de Washington, incluyendo la extradición de cabecillas y el aprovechamiento de información derivada de esas entregas.
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Pese al debilitamiento del Cártel de Sinaloa, la organización aún opera. No obstante, las pugnas entre “La Mayiza” y “Los Chapitos” sugieren una inminente fragmentación. Para algunos expertos, el cártel, como se conocía ha dejado de existir, aunque su actividad delictiva persiste.
Este reacomodo interno ofrece una oportunidad tanto para el Estado como para organizaciones rivales como el Cártel Jalisco Nueva Generación. Por ello, los esfuerzos federales también buscan contener al CJNG, evitando que ocupe territorios desatendidos por la lucha interna en Sinaloa.
A futuro, podría emerger una nueva estructura criminal. Pero, por ahora, el enfoque está en sostener la presión y aprovechar el momento para transformar la política de seguridad del país.
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