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Las autoridades federales aseguraron una mini refinería ilegal en Coatzacoalcos, Veracruz, que operaba desde hace más de cuatro años sin ser detectada. Según especialistas, entre cinco y diez personas trabajaban en dos turnos nocturnos, procesando crudo robado para obtener combustibles de baja calidad con alto margen de ganancia.
Expertos en ingeniería y química estiman que estas instalaciones clandestinas permiten obtener gasolina de hasta 50 octanos, muy por debajo del estándar comercial. Sin embargo, al agregar aditivos químicos, los delincuentes pueden aumentar su precio entre un 20 % y un 30 % en el mercado negro.
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El doctor Jorge Cárdenas, de la UNAM, explicó que, aunque el inicio del proceso requiere un ingeniero químico, la operación diaria puede quedar en manos de técnicos capacitados, como ocurre en la producción de drogas sintéticas.
Además, los investigadores sostienen que estos laboratorios ilegales pueden montarse en menos de una semana si el personal cuenta con experiencia. Para construir una infraestructura como esta, se estima una inversión cercana a los cinco millones de dólares.
Luis Miguel Labardini, consultor energético, comparó esta práctica con lo que ocurre en países como Nigeria, donde la refinación pirata es común debido a la falta de control estatal. La ausencia de vigilancia oficial permite el funcionamiento constante de estas plantas.
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Alejandro Lares, presidente de la Asociación de Egresados del FBI en México, sugiere que personal con experiencia previa en Pemex podría estar involucrado, dada su pericia en la refinación y manejo de ductos. Explica que la perforación de los ductos se realiza con precisión para evitar explosiones y asegurar un flujo continuo del hidrocarburo.
El crimen organizado ha perfeccionado un sistema rápido y rentable: perforar, refinar, vender y repetir.
Fuente: eluniversal.com.mx
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