La captura y entrega de “Brother Wang” reabrió viejas rivalidades. Entre Sedena y Seguridad, las versiones chocan mientras Washington aprieta por el fentanilo.
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El caso de Zhi Dong Zhang, alias Brother Wang, rebotó en México como bumerán. Además, reavivó una disputa silenciosa entre Sedena y Omar García Harfuch.
Según reportes recientes, Brother Wang escapó del arresto domiciliario en julio. Después viajó a Cuba, intentó entrar a Rusia y regresó detenido a La Habana.
Finalmente, México lo recibió y, en horas, lo entregó a Estados Unidos. Así, Washington recuperó a un operador clave del fentanilo y del lavado mediante criptomonedas.
Sin embargo, aquí explotó otra bomba. En Sedena, versiones del entorno del general Ricardo Trevilla culpan al CNI y exhiben a la Guardia Nacional.
Desde Seguridad, la réplica fue punzante: convendría revisar si Zhang salió por algún aeropuerto controlado por el Ejército. Además, preguntan quién autorizó los traslados.
El punto más delicado se cuenta en susurros. Por errores entre García Harfuch y la Fiscalía, Zhang habría escapado por un sótano en Santa Fe.
Además, se habla de tobillera electrónica fallida. Y, sobre todo, de posible arreglo judicial a cambio de información, lo cual explicaría el arresto domiciliario.
¿Qué relatos buscaba el Gobierno? Tal vez conexiones del fentanilo en Estados Unidos, o rutas locales. Sin embargo, nadie confirma oficialmente esa negociación.
Cuando Zhang volvió a México desde Cuba, Seguridad cortó por lo sano: lo envió a Estados Unidos. No obstante, sorprende: aquí no tenía carpetas abiertas.
En paralelo, otra señal inquietante apareció en columnas: un intento de atentado contra García Harfuch en Polanco, presuntamente con tirador experto. Oficialmente, no hay confirmación.
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Con todo, el caso Brother Wang exhibe grietas. Además, acelera la competencia por controlar inteligencia, cadena de custodia y operativos clave.
Por ahora, la pregunta es obvia: ¿quién falló en la fuga? Sin embargo, la respuesta definirá presupuestos, mandos y equilibrios dentro del gabinete de seguridad.
Además, la presión de Washington sube el volumen. Brother Wang es llave del negocio del fentanilo: conecta precursores asiáticos, cárteles mexicanos y ventas estadounidenses.
En suma, el expediente Zhang no terminó. Por el contrario, inicia una disputa institucional que exigirá transparencia, autocrítica y resultados medibles en seguridad y justicia.
Mientras tanto, la ciudadanía exige claridad, coordinación y resultados verificables.
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