La residencia final de Antonio López de Santa Anna revive como El Bajío Centro Histórico, un restaurante que une la gastronomía mexicana con la historia nacional.
Gurú Sibarita
Estilo de Vida
Gastronomía
Noticias
Política Gurú
La historia de Antonio López de Santa Anna siempre ha estado rodeada de polémica y anécdotas curiosas. Se dice incluso que el caldo tlalpeño nació para aliviar sus resacas. Ahora, su antigua residencia en el Centro Histórico de la Ciudad de México alberga un espacio gastronómico único: el restaurante El Bajío.
En 2019, tras un largo proceso de restauración supervisado por el Instituto Nacional de Antropología e Historia (INAH), la casona neoclásica donde el expresidente vivió sus últimos días abrió como sede de El Bajío. El inmueble, ubicado en la calle Simón Bolívar 14, pasó de ser un símbolo histórico a convertirse en un referente gastronómico que combina tradición, arquitectura y cultura.
La historia de El Bajío comenzó en 1972 en Azcapotzalco, cuando Raúl Ramírez Degollado y Alfonso Hurtado Morellón decidieron arriesgarse con una taquería de carnitas y barbacoa. Aquel inicio fue modesto, pero sembró la semilla de una tradición culinaria. Sin embargo, pocos años después, Raúl falleció a causa de cáncer, dejando a su esposa Carmen “Titita” Ramírez Degollado al frente del negocio y con cinco hijos pequeños que criar.
Lejos de rendirse, Titita tomó las riendas y cambió la esencia del restaurante. Incorporó recetas de Veracruz, su tierra natal, además de platillos tradicionales de distintas regiones del país. Con visión y determinación, amplió el menú, transformando aquella taquería en un sitio de referencia. Poco a poco, sus hijos se involucraron en el negocio familiar y, sin proponérselo, iniciaron una expansión que hoy suma más de 18 sucursales.
Te puede interesar: Se muda Gutiérrez Müller a barrio de lujo en Madrid
El restaurante ha sido reconocido por chefs internacionales como Ferran Adrià, quien lo calificó como “el mejor restaurante mexicano que he probado”. Esa reputación se consolidó gracias a su cocina, pero también por la capacidad de Titita para mantener vivo el espíritu de la gastronomía tradicional mexicana.
El paso a la casona de Santa Anna fue un proyecto ambicioso. La familia Ramírez Degollado conoció el inmueble en 2016, cuando un amigo cercano los llevó a recorrerlo. La idea los fascinó, aunque debieron esperar la autorización del INAH para intervenir la propiedad. La restauración, a cargo de la arquitecta Ximena Covarrubias, tardó varios años y buscó rescatar cada detalle original.
El trabajo fue meticuloso. Se conservaron barandales, cristales, columnas de piedra, escaleras de mármol y muros recubiertos con pintura de oxical. Además, se incorporaron detalles Art Nouveau y Art Déco, respetando la esencia del siglo XIX. El resultado es un espacio que funciona como restaurante y, al mismo tiempo, como museo viviente.
Las salas del recinto recibieron nombres especiales, elegidos por la propia Titita. Así nacieron el Salón Santa Anna, donde se cree que murió el expresidente, el Salón Canastos, el Salón Corazones, el Salón Oro y el Patio Central. Cada espacio cuenta con decoración temática y artesanías mexicanas que resaltan la riqueza cultural.
Síguenos en Threads para mantenerte siempre informado
La experiencia culinaria se entrelaza con la historia. Los comensales disfrutan de un recorrido sensorial donde se puede degustar mole de olla, carnitas, barbacoa y especialidades veracruzanas, mientras se respira el ambiente de un inmueble histórico. Todo está diseñado para transportar al visitante a un México antiguo, donde la tradición se sirve en cada plato.
La casa de Santa Anna fue también el lugar donde el político pasó sus últimos años, casi ciego y enfermo, hasta su muerte en 1876. Esa carga histórica da un valor simbólico especial a El Bajío del Centro Histórico, que no solo alimenta el cuerpo, sino también la memoria colectiva.
El restaurante abre todos los días de 8:00 de la mañana a 10:00 de la noche. Su ubicación estratégica lo convierte en un punto imperdible para quienes buscan un encuentro con la gastronomía mexicana y con la historia del país.
En definitiva, El Bajío del Centro Histórico no es solo una sucursal más. Es la unión de pasado y presente, de la vida de Santa Anna con la visión de Carmen “Titita” Ramírez Degollado. En ese cruce de caminos, la tradición mexicana se preserva y se comparte con cada visitante, convirtiendo la experiencia en un viaje inolvidable por la cultura, la arquitectura y la cocina nacional.
Be the first to comment on "La casa de Antonio López de Santa Anna ahora es restaurante: así nació El Bajío del Centro Histórico"