Claro y Conciso
Alberto Castelazo
@Castelazoa
Política Gurú
Adán
Durante años, el discurso de la Cuarta Transformación prometió una ruptura definitiva con las viejas prácticas del poder.
Sin embargo, los escándalos que ahora sacuden a sus principales figuras revelan una historia muy distinta.
En el corazón de esta crisis se encuentra Adán Augusto López Hernández, una figura clave en el movimiento lopezobradorista.
Exgobernador de Tabasco, exsecretario de Gobernación y exaspirante presidencial, Adán ha pasado de ser delfín político a carga incómoda.
El detonante: una orden de aprehensión contra su exsecretario de Seguridad en Tabasco, Hernán Bermúdez Requena.
Las acusaciones son graves: presuntos vínculos con el crimen organizado y encubrimiento sistemático de operaciones ilícitas en la entidad.
Lo más inquietante no es el contenido de la denuncia, sino su origen: proviene de voces dentro del propio Morena.
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Javier May, gobernador de Tabasco, y José Ramiro López Obrador, hermano del expresidente, encendieron la alarma.
Ambos dejaron claro que el pacto de impunidad en la 4T tiene grietas profundas y ya nadie está blindado.
A pesar de su pasado cercano a AMLO, Adán ha quedado aislado. Ni Sheinbaum ni los senadores guindas lo respaldan.
La presidenta fue tajante: no hay investigación contra Adán, pero si la hay, “que actúen las fiscalías”.
En el lenguaje político, eso se traduce como un deslinde total y una advertencia para otros cercanos al poder.
Este silencio calculado del Palacio Nacional sugiere algo más que prudencia institucional: parece abandono deliberado.
Adán no ha cosechado aliados en su nuevo rol como coordinador de senadores de Morena.
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Concentró poder, controló recursos, impuso agendas y dejó fuera a muchos que hoy no le deben nada.
Incluso su historial en Gobernación fue conflictivo. Su enfrentamiento con Ricardo Monreal aún resuena en el Senado.
Hoy, en lugar de sumar respaldo, cosecha críticas dentro y fuera del movimiento guinda.
La narrativa de “no somos iguales” se resquebraja cuando uno de sus principales expositores enfrenta este tipo de señalamientos.
Las acusaciones contra su excolaborador ensucian su legado y exponen contradicciones profundas en la 4T.
En el fondo, este episodio refleja que el discurso de transformación no basta cuando la realidad impone cuentas pendientes.
Tabasco, su cuna política, se ha vuelto su principal campo minado. Ya no hay refugio, ni siquiera en su tierra.
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La reacción del oficialismo ha sido revelar el verdadero rostro de la 4T: cada quien cuida su pellejo.
El hecho de que Morena se acuse a sí mismo muestra fracturas internas más graves de lo que aparentan.
Algunos ven en esto una purga preventiva de cara a la consolidación del “segundo piso” de la transformación.
Otros advierten un reacomodo para debilitar cualquier liderazgo que pudiera competir con Sheinbaum.
Lo cierto es que el caso de Hernán Bermúdez apenas comienza y las ramificaciones apenas se vislumbran.
Pero ya ha dejado claro que el manto protector se ha deshilachado y la lealtad tiene fecha de caducidad.
En este contexto, Adán se encuentra sin aliados visibles, sin defensa pública y sin influencia efectiva.
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Quien fue un pilar del obradorismo, ahora se tambalea, y su caída puede arrastrar a otros.
La historia demuestra que los sistemas autorreferenciales suelen devorarse a sí mismos cuando el poder se vuelve más importante que la causa.
Y ese parece ser el punto en el que se encuentra Morena: la causa perdió terreno frente al cálculo político.
Hoy, Adán ya no tiene paraíso en Tabasco. Y en el tablero de la 4T, se está quedando sin movimientos.
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